Eduardo Monteiro, director del Departamento de Evangelismo de la Conferencia de Nueva Jersey (NJC), recientemente dedicó un tiempo a reflexionar sobre la Gran Decepción de 1844:
Después de la Gran Decepción, algo extraordinario sucedió. Aquellos que lo habían experimentado soportaron desafíos al pasar el tiempo, pero no estaban solos. Había una presencia invisible del Todopoderoso, llevándolos de la mano. Con fuerzas renovadas, fueron y predicaron el evangelio eterno. Comenzaron con sus círculos de influencia inmediatos, barrios, pueblos y regiones, hasta que el mensaje llegó a todo el país y más allá.