Historia de Edwin Manuel Garcia / Photos por Toril Lavender
La Asociación de Mountain View hace frente al crecimiento inesperado de la población hispana en los pueblos rurales de West Virginia solicitando la ayuda misionera de un grupo sudamericano de cracks del fútbol.
Un mensaje grabado en el contestador automático de una pequeña iglesia de Moorefield, West Virginia, era incomprensible para sus miembros. Sin embargo, nadie lo quería borrar por si alguien, algún día, podría comprenderlo. El mensaje estaba en español, un idioma que hace diez años era poco conocido en la región de los Apalaches.
Unas semanas más tarde, un caballero adventista bilingüe visitó la ciudad de Moorefield y finalmente descifró el mensaje misterioso. Explicó que la persona que había dejado el mensaje era nueva en el área y quería saber cómo llegar a la iglesia.
Con solo una chispa
Ese sencillo mensaje fue la chispa que inició un nuevo ministerio en la Asociación de Mountain View—evangelizar a una población impensada y de rápido crecimiento. Se comenzó empleando métodos tradicionales de evangelismo, pero llegó el momento en que los laicos y los pastores no daban abasto con el aumento de inmigrantes que pedían escuchar el evangelio y tuvieron que buscar una alternativa creativa para ayudar con esta labor.
Por consiguiente, los miembros laicos estadounidenses solicitaron la ayuda de un grupo de misioneros sudamericanos.
Actualmente, once estudiantes peruanos de teología están trabajando en cinco ciudades del estado de West Virginia—Moorefield, Lewisburg, Morgantown, Huntington y Charleston—un campo misionero donde se espera organizar los dos primeros grupos de la asociación este año. Desde que estos estudiantes arribaron en julio del 2015 para este proyecto de un año, han impartido cientos de estudios bíblicos en las cinco comunidades. Se desea completar 1,000 estudios para fines del mes que viene.
“Ha sido una experiencia maravillosa”, comparte Larry Boggess, presidente de la Asociación de Mountain View. “Aquí en las montañas Apalaches no es frecuente ver que muchas personas se muden a esta región, pero en los últimos 10 años, hemos visto un aumento en la población hispana.” Boggess informa que, aunque Mountain View es la asociación más pequeña de los Estados Unidos—con 13 pastores, 35 iglesias y 2,300 miembros en West Virginia y en la región oeste de Maryland—no flaquearon ante el aumento de trabajo misionero.
Los misioneros—que reciben el hospedaje, la comida y la transportación por cortesía de las iglesias locales, y el pasaje aéreo y seguro de la asociación—pasan mucho tiempo conociendo a los inmigrantes. Juegan al fútbol con ellos dos veces a la semana, escuchan las historias desgarradoras de sus travesías a este país y/o los invitan a la fiesta Matthew (Matthew Party en inglés) que se realiza una vez al mes para comer juntos y socializar.
Esta iniciativa evangelística, impulsada por los misioneros, ha traído otro resultado inesperado: las congregaciones de habla inglesa han sido positivamente influenciadas por el trabajo, y según los líderes de la asociación también han empezado a atraer nuevos miembros.
“Por supuesto que esto ha sido una situación en la que todos ganan”, comenta Arturo “Art” Jerónimo, pastor del distrito de Lewisburg. También menciona que todos los misioneros están disfrutando de esta experiencia cultural única, y que los grupos de nuevos miembros están asistiendo a los servicios en la iglesia y a las reuniones de los grupos pequeños en español.
La historia de los hispanos en las áreas rurales de EE.UU.
Aunque por décadas ha habido adventistas de habla hispana en las costas este y oeste de los Estados Unidos y en las ciudades principales del centro del país, según las estadísticas del U.S. Census el desplazamiento de latinoamericanos a las áreas rurales en los últimos 20 años es un patrón bastante nuevo. Esto se debe a la escasez de obreros para llenar las vacantes que las industrias americanas buscan cubrir.
En Moorefield, en particular, los inmigrantes mayormente de Méjico, Honduras y Guatemala son atraídos por las plantas procesadoras de aves. Generalmente, los hombres vienen con el plan de trabajar unos años, ahorrar dinero y volver a sus países de origen con el fin de vivir más cómodamente con sus familias.
La iglesia de Moorefield, ubicada a unas 130 millas de Washington D.C., fue la primera congregación de Mountain View en enfrentarse a la creciente población de hispanos en esa ciudad. Tiempo después, a unas 3 horas de distancia en Lewisburg, los hermanos adventistas notaron un aumento de residentes hispanohablantes.
Un reinicio doloroso
Los administradores de la Unión de Columbia también notaron este crecimiento, y en el año 2007 animaron a Walter Cárdenas (foto arriba), un estudiante universitario que en ese momento trabajaba en Alexandria, Virginia, para trabajar como instructor bíblico en Mountain View. Cárdenas, oriundo de Honduras, y los trabajadores laicos empezaron a trabajar con un fuerte ímpetu durante los primeros meses, dando más de 50 estudios bíblicos. Sin embargo, su trabajo llegó a un alto cuando las autoridades inmigratorias allanaron una planta avícola en Moorefield citando a los trabajadores a presentarse a las audiencias de deportación.
“Lo triste”, dice Cárdenas, “es que, aunque las personas que recibieron los estudios bíblicos no fueron detenidas, la noticia del allanamiento los atemorizó y por consiguiente se marcharon asustados del pueblo”. Este incidente obligó a que Cárdenas junto a dos familias tuvieran que reiniciar su trabajo y por consiguiente salir en búsqueda de personas interesadas en recibir estudios bíblicos.
No fue fácil.
“Fue una época muy estresante para todos”, comparte Cárdenas. Señala que muchos trabajadores que estuvieron en el allanamiento estaban a punto de ser deportados y separados de sus familias. La economía del pueblo era incierta porque la planta avícola había perdido una gran cantidad de trabajadores. “Muchos sufrieron”, dice.
Cárdenas y los miembros laicos respondieron a esta situación reenfocándose en sus esfuerzos evangelísticos. En vez de retomar los estudios bíblicos, “visitamos a las familias y les preguntamos qué podíamos hacer por ellos”. Los adventistas hispanohablantes ayudaron a conseguir comida para estas familias, los acompañaron a las cortes de inmigración y sirvieron de intérpretes.
Poco a poco las personas que fueron asistidas se unieron a la iglesia por medio del bautismo. Ochenta nuevos interesados asistieron a los servicios en español de la iglesia de Moorefield. Al comienzo se ofreció un servicio en inglés con traducción, y luego un servicio en la tarde solamente en español. Sin embargo, después de un tiempo la asistencia llegó a bajar a menos de cuarenta como resultado de la migración de la población hispana en esa área—algunos regresaron a Latinoamérica y, otros se mudaron a ciudades cercanas con presencia adventista.
Misioneros aceptan el llamado a EE.UU.
El trabajo de evangelismo que Cárdenas comenzó en el 2007 sentó las bases para poder traer al grupo misionero de Perú. Cárdenas es ahora un ministro ordenado y dirige la obra hispana de la asociación.
Los dirigentes de la Universidad Peruana Unión dialogaron sobre este proyecto misionero sin precedentes en el 2014 cuando Esther, la esposa del Pastor Jerónimo de descendencia peruana, le comentó al rector de la universidad sobre las oportunidades de evangelismo existentes en el estado rural de West Virginia. Más tarde el rector le preguntó al Pastor Jerónimo, ¿“Haz pensado en llevar alumnos misioneros de Perú a los EE.UU. para servir por un año”?
Al principio Jerónimo (Foto de la derecha, con Cárdenas) tenía dudas sobre esta propuesta, pero a medida que consultaba a sus amigos pastores, pensó que el proyecto podría tener éxito. “Antes de darme cuenta estaba presentando la propuesta a la junta ejecutiva de la Asociación de Mountain View y ellos me dieron la autorización de viajar a Perú para poder profundizar más sobre esta posibilidad”, informa.
Durante un segundo viaje en el 2015, los líderes de Mountain View entrevistaron a los alumnos de teología y seleccionaron a 11 estudiantes para servir en el área de los Apalaches. A los misioneros, algunos con inglés fluido, se les ha asignado dos tareas: apoyar a la congregación de habla inglesa—como voluntarios en las escuelas, dirigiendo los servicios de alabanza y enseñando español—y trabajar para abrir congregaciones hispanas en las cinco ciudades donde se encuentran.
Pero al parecer, su tarea principal es la de hacer amistades a través de los deportes y actividades sociales. “Estamos empleando el método de Cristo que implica cinco pasos”, dice Anthony Araujo, de 21 años, uno de los misioneros peruanos:
- Hacerse amigo de las personas.
- Ser alguien que desea ayudarles.
- Satisfacer sus necesidades físicas y espirituales.
- Ganarse su confianza.
- Darles estudios bíblicos.
El nuevo grupo de misioneros llegará en julio. Los nuevos misioneros pasarán dos semanas con el grupo existente de misioneros, conocerán a los cientos de personas en las cinco comunidades y serán asignados a los equipos de fútbol.
Un futuro prometedor
El primer año del proyecto ha provocado un nivel de entusiasmo increíble entre los líderes de la asociación, los pastores, las congregaciones y los misioneros. “Y también cada vez más estudiantes peruanos piden ocupar un lugar en el campo misionero de West Virginia”, informa Jerónimo.
“El futuro de la obra hispana en Mountain View parece ser muy prometedor,” agrega Jerónimo. La primera de varias series de bautismos se realizó recientemente. Hay planes de realizar campañas de evangelismo en varias ciudades, la iglesia de Morgantown tiene su propio servicio en español y los grupos de Moorefield y Lewisburg se organizarán este año.
“Si pensamos en términos globales y reflexionamos sobre la realidad inmigratoria, podríamos valorar el programa de estudiantes misioneros como una gran oportunidad para el futuro evangelístico en este país”, concluye Jerónimo.
Primera foto: Kevin se representa ParedesÚltima Foto Junior Souza se representa por encima de